Ciencia… y conCiencia ¿para qué?
Buenas tardes, muchas gracias por estar aquí, como ya lo han mencionado varias/os compañeras,
estoy muy emocionada y algo nerviosa.
A raíz de la convocatoria a l@s científic@s que lanzaron las compañeras y compañeros zapatistas,
para reunirnos y discutir ¿qué podemos hacer l@s científic@s para construir un mundo más justo
y racional?, me he estado reuniendo con algun@s científic@s teóric@s, para tratar de elaborar
algunas respuestas. Mi primera impresión fue “a pesar de nuestra convicción de que la ciencia
puede resolver casi todo, en este momento no se nos ocurre nada”. Después de varias reuniones,
comenzamos a superar la parálisis inicial y cada un@ de mis compañer@s ha ido trazando algunas
rutas, no siempre coincidentes.
Mi campo de investigación es la cosmología, en particular, estudio cómo evolucionó el universo en
sus primeros instantes de vida. ¿Qué es eso de “primeros instantes”? Yo me he ocupado de la
evolución del universo a partir de aproximadamente 0.000 … (34 ceros) 1seg. Y entonces, lo
primero que una/o se pregunta es ¿en qué puede ayudar al estado actual del mundo estudiar lo
que sucedió en esa época remota? Bueno, para empezar, considero importante estudiar la manera
en que comenzó el universo y en que se desarrolló, haciendo posible que todas/os nosotras/os
estemos aquí, pero, además, el entendimiento del origen y evolución del universo me parece
fundamental para poder enfrentar el presente y el futuro. Si bien probablemente no tiene
aplicaciones muy prácticas en nuestra vida cotidiana, resulta muy emocionante y enriquecedor
poder reconstruir nuestra historia cósmica. En cosmología, aunque hay un modelo estándar que es
aceptado por la mayoría de los cosmólogos, dado que no hay muchas observaciones de esas
épocas tempranas, todavía se puede imaginar y proponer libremente modelos para describir
algunos eventos que todavía no tienen explicación. Con mi grupo de trabajo estudiamos el
universo temprano en presencia de campos magnéticos, considerando la posibilidad de que éstos
sean primordiales.
Lo que diré a continuación, aunque es el resultado de lo que he discutido con varias/os
científicas/os de diferentes disciplinas y países, es únicamente mi opinión y no pretende
representar a nadie. Pero sí estoy muy agradecida con ellas y ellos por todo lo que me aportaron.
Y agradezco muchísimo la iniciativa y la invitación de las/los zapatistas a reunirnos aquí y empezar
a intercambiar ideas y saberes y, sobretodo, organizarnos. A mí, en particular, me cambió la
perspectiva de lucha: yo andaba en la Sexta, guardándome la ciencia en el bolsillo, sintiendo que
no tenía mucha cabida. En un espacio que estuvimos trabajando colectivamente, organizaba yo
pláticas de divulgación científica que algunas/os vecinas/os llegaron a apreciar pero en general era
considerado como el evento curioso.
Me parece entender que dentro de esta propuesta zapatista está la idea de que la apropiación del
conocimiento que se logra a través de, por un lado, las escuelas y clínicas autónomas y, por otro, a
través de la actividad de investigación científica, deben de encontrarse y reconocerse. Esto me
parece muy interesante y recuerdo haber leído que en algún momento del proceso revolucionario
en Cuba ésta fue una de las propuestas.
Lo que voy a presentar aquí son apenas unos apuntes sobre el tema de reflexión que nos convoca:
¿Qué se necesita para construir una casa tan grande que en ella quepan, no uno, sino muchos mundos? Me quise enfocar a revisar las bondades y las disfunciones del quehacer científico en un
entorno que conozco, pero aún eso me resulta bastante difícil. Esto responde en parte a que me
empecé a hacer preguntas que no estaba acostumbrada a hacerme y, por otro, a que me fui
topando con informaciones y opiniones discrepantes.
Presentaré lo que considero son algunas bondades de la ciencia y repasaré algunos problemas y
carencias que he podido encontrar en nuestro quehacer científico que, a mi parecer, son el
resultado de la influencia del entorno y las tendencias e imposiciones del poder pero que nosotros
hemos ido aceptando. Hablaré en particular en la UNAM -que es donde trabajo- pero creo que
varias situaciones no son exclusivas de la UNAM. Al final intentaré esbozar un camino para que
nuestra labor como científicos se sume al esfuerzo de otr@s much@s para construir esa casa
grande donde quepan muchos mundos.
BONDADES DE LA CIENCIA Y DEL ENFOQUE CIENTÍFICO
La ciencia es una forma de vida, que te permite enfrentar los problemas personales y colectivos
con rigor, claridad y sistemáticamente, relacionando las causas con los efectos, dándote
elementos para la toma de decisiones.
La ciencia se dedica a la generación de conocimientos de forma sistemática. La ciencia es
experiencia acumulada, extrae la idea, la esencia del proceso y así la adquisición y utilización del
conocimiento se agiliza.
Queremos creer que mucha gente pensando, al mismo tiempo, en temas diversos, aunque sean
abstractos, es útil. Y tenemos la esperanza de que el beneficio de estos estudios llegue de alguna
manera a la gente, y que, en cualquier momento un conocimiento teórico pase a ser útil.
En el libro El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista, vol. I, el Sup Galeano nos dice: para
resolver problemas “se dan argumentos, se analiza y se confronta con la realidad”. Habla de la
necesidad de la ciencia para la lucha, que va desde usarla como herramienta para construir
nuestro pensamiento crítico, proponiendo un análisis científico de la realidad, hasta para entender
cómo funcionan los aparatos, pasando por varios aspectos de la vida cotidiana.
Al ilustrarnos la utilidad del debate científico para la construcción de un pensamiento crítico,
compara algunos aspectos de las ciencias naturales y exactas, por un lado, y las sociales, por otro.
Nos dice por ejemplo, “a diferencia de las ciencias naturales y exactas, en las sociales pueden
presentarse diversas conclusiones a partir de una misma premisa.” En la ciencia, “una cosa no
puede ser y no ser. Es decir, en condiciones idénticas, una premisa siempre tendrá una y sólo una
conclusión.”
Yo quisiera agregar que, a pesar que en general las ciencias (exactas) sí funcionan así, la cosa no
siempre es tan sencilla, pues allí está la mecánica cuántica que nos indica que la física de las
partículas subatómicas nos lleva a una lógica que va más allá de nuestra experiencia cotidiana,
donde una cosa puede ser y no ser, simultáneamente. La mecánica de las partículas es
indeterminista y entonces se dan situaciones en donde, aunque preparemos el sistema de la
misma manera, no sabemos en qué irá a parar, aunque sí hay patrones y estadísticamente sí
podemos caracterizar al sistema. Hay que decir que hay varias interpretaciones de la mecánica
cuántica: para algunos este indeterminismo es de las partículas, para otros es esencial de la teoría, y para otros más es sólo empírico. Por otro lado, está la teoría del caos, que estudia sistemas
complejos muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales. Es decir, pequeñas
variaciones en dichas condiciones pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento
futuro y esto sucede aunque los sistemas sean determinísticos. Entonces aquí el problema -el
punto importante, con el que nos podemos enfrentar en la vida cotidiana y en la lucha- es no
poder garantizar condiciones idénticas. Pero lo importante es el método científico, el cual nos
permite enfrentar también estas situaciones complejas.
Otro aspecto positivo que veo en el quehacer científico es el método que seguimos para
“convalidar” nuestros resultados: estamos acostumbrados a exponerlos a nuestros colegas,
explicar nuestras hipótesis, nuestra metodología, a tenerlos que convencer (a nuestros colegas) de
que nuestro procedimiento fue correcto, a proporcionarles toda la información necesaria para que
lo puedan reproducir. Luego, tenemos que esperar a que tomen una decisión acerca de la
exactitud de nuestro razonamiento y procedimiento. Lo hacemos a través de seminarios, artículos
y arbitrajes. Y nosotras/os tenemos que tomar en cuenta la opinión de la comunidad científica.
Los protocolos de investigación, los conceptos que dan forma a una teoría en particular y los
resultados científicos deben revisarse y actualizarse constantemente, en esto se parecen a la
lucha. Cito al SCI Moisés en el libro de la Hidra: “Cuando estamos organizados podemos crear y
podemos deshacer”
Otra cosa positiva: amamos nuestro trabajo porque es fascinante.
Decididamente, la ciencia ha tenido logros inmensos, tanto en conocimiento teórico y formas de
pensamiento que ayudan a explicar la realidad, como en desarrollos aplicados que nos han salvado
la vida y ayudado en nuestra cotidianeidad. Sin embargo, también ha habido desarrollos terribles y
temibles de control y destrucción de la vida.
Si bien las ciencias fueron surgiendo para enfrentar y resolver las necesidades básicas de los
pueblos y los problemas cotidianos de la gente, tanto prácticos como conceptuales, éstos han sido
suplantados por las necesidades de unos cuantos que detentan el poder. Con ello, la labor de los
científicos ha sido frecuentemente distorsionada.
Al respecto, en el libro de la Hidra, al cerrar el círculo entre el análisis del sistema capitalista y las
ciencias, el Sup Galeano nos dice: “Al estudiar la genealogía del capitalismo, nos encontramos que
su desarrollo no sólo siempre va de la mano del ataque y destrucción del hombre y de la
naturaleza, sino que es precisamente por eso que se desarrolla. Y es precisamente por esto que los
desarrollos científicos y tecnológicos han tenido como objetivo el desarrollo del sistema, no de sus
víctimas, a saber: la naturaleza y la humanidad.”
No obstante hay que reconocer que hay resistencia también entre los científic@s, esta última
reflexión nos lleva a las…
DISFUNCIONES
Pienso que hay en el quehacer científico una disfunción generalizada, como en muchos procesos
sociales hoy en día, influenciados e infiltrados por las malas prácticas de los de arriba.
Voy a hablar de tendencias que me parece observar, pero sé que hay muchas honrosas
excepciones. Es probable que las/los científicas/os que nos encontramos aquí no presentemos
estas disfunciones o, por lo menos, luchemos contra ellas. Les agradecería mucho que me dieran
su opinión, al finalizar el día o el encuentro.
Veo, en general, tres problemas de la relación entre la ciencia (que se realiza en las instituciones
públicas) y la sociedad:
- Falta de interlocución: no existen los canales para que la gente le diga a las/os
científicas/os qué necesitan que se resuelva, cuáles son sus necesidades y sus intereses - Actualmente, muchas/os científicas/os en la academia estamos alejadas del trabajo por el
“bien común”, y esto no nos preocupa… demasiado. No estamos acostumbrados a
preguntarnos: la ciencia ¿por qué? ¿para qué? - Las/os científicas/os estamos muy alejados de la toma de decisiones, no nos toman en
cuenta y tampoco nos esforzamos mucho para que esto suceda
Pongo un ejemplo evidente y recurrente: en nuestra vida diaria necesitamos usar lo que se suele
llamar “recursos naturales” y yo prefiero usar el término “bienes comunes naturales”: agua,
combustibles… Pero es muy diferente para las comunidades el desarrollo de tecnologías a
pequeñas escalas y bajos costos que resuelvan sus problemas prácticos cotidianos que la
construcción de los megaproyectos que destruyen su territorio y su vida. La ciencia y la tecnología
tienen respuesta a todo esto pero las decisiones no son científicas, son económico-políticas.
En cuanto a comportamientos más particulares, voy a hablar desde mi experiencia, en particular
en una Facultad periférica de la UNAM –Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón.
La situación donde yo trabajo se está poniendo cada vez peor. Abundan las preguntas de parte de
las autoridades del tipo “¿cómo hacemos productiva tu investigación?” –y no aceptan como
respuesta que mi investigación de por sí es productiva porque trabajo con estudiantes, dirijo tesis,
publico artículos- no, productiva en el sentido económico- o los comentarios: “esa actividad sólo le
sirve a Ud.” -tampoco les satisface la explicación que adquirir o generar conocimiento por parte de
un profesor le beneficia a la comunidad académica y, a largo plazo, a la comunidad en general.
Nos presionan para que tengamos proyectos con la industria, para que nos certifiquemos, para
que nos alineemos con las políticas institucionales, en turno. El ejercicio del presupuesto sólo las
autoridades saben cómo se otorga y no podemos intervenir en la gestión del centro de trabajo y
en la planeación de las actividades.
Me parece que predomina el paradigma Centro/Periferia.
Le llamamos coloquialmente “Periféricas” a los campus que se ubican en el Estado de México, a
orillas de la Ciudad de México. A principios de los 70, la alta demanda de la población escolar,
concentrada en Ciudad Universitaria hizo necesario un programa de descentralización. El entonces
rector Don Pablo González Casanova propuso edificar nuevos planteles fuera de Ciudad
Universitaria. Fue así como, poco a poco, surgieron las unidades multidisciplinarias. Si la idea es
buena y la realización indispensable, en la práctica se observan ciertas actitudes discriminatorias
hacia las FES, desde Ciudad Universitaria.
Existe, a mi manera de ver, un patrón sistemático de distribución desigual de los recursos, tanto
económicos, como humanos, siendo la relación desigual centro-periferia uno de los obstáculos
para el desarrollo. Tenemos presupuesto bajo, muchos profesores de asignatura (en vez que de
carrera), profesores y funcionarios menos preparados con respecto a Ciudad Universitaria. El tipo
de funcionarios corresponde a “jóvenes emprendedores”, impuestos desde arriba, que, a menudo,
no pertenecen a la comunidad. Su gestión es de tipo empresarial, mientras que el perfil de los
funcionarios en CU es más académico (todavía).
Es importante señalar que esto sucede aún dentro de la misma Ciudad Universitaria: los Institutos
suelen estar mejor que las Facultades y dentro de estas categorías hay a su vez diferencias.
Nuestro salario consta de un salario base y de varias aportaciones, “según nuestros méritos”. Éstas
últimas suelen representar más de la mitad de nuestro salario y tienen la particularidad que no
generan jubilación. Como ya se ha mencionado aquí, esto representa, a la vez, un privilegio
injustificado, un martirio constante y un método de control.
Las evaluaciones se realizan en comisiones formadas por “nuestros pares”. Suena bien… pero las
comisiones no son nombradas democráticamente y los criterios de evaluación no quedan claros.
Aunque hay reglamentos, los criterios reales que se usan no se hacen públicos. Los argumentos
que se esgrimen carecen a menudo de fundamentos y/o denotan distorsiones deliberadas de las
funciones de los académicos que se establecen en el Estatuto del Personal Académico.
Así que alguna vez te pueden bajar de categoría porque no hiciste suficiente investigación, o
porque hiciste demasiada, siendo profesor (los nombramientos pueden ser de profesor o de
investigador). Alguna otra, porque no se dirigió suficientes tesis (aunque en ningún lado está
especificado cuántas son las tesis que hay que dirigir, además que la responsabilidad de un trabajo
de tesis recae en las dos partes: estudiante y profesor) o porque no se realizó trabajo institucional.
Este último punto me parece particularmente aberrante pues se tendría forzosamente que
participar en procesos con los que es difícil estar de acuerdo y cuyos métodos es muy difícil
compartir, además de que para hacer trabajo institucional, te tiene que invitar la institución. Una
no se postula sola, y a mí, en lo particular, no me invitan. En otro sistema, la participación puede
(debería) ser voluntaria, pero allí no.
Salió hace poco en la Gaceta UNAM el “Acuerdo que Reorganiza el Consejo de Evaluación
Educativa de la UNAM”. Me llamó la atención que el Consejo estará integrado por: el Rector de la
UNAM, el Secretario General, el Coordinador y el Director de Desarrollo Educativo e Innovación
Curricular, el Director de Evaluación Educativa y un Consejo nombrado y removido libremente por
el Rector. Llama la atención que ni las/os estudiantes, ni l@s académic@s tenemos voz en el
asunto.
No les cuento esto para que se apiaden de nosotras/os y nos juzguen menos severamente, en
realidad tenemos buenos sueldos y, sí, una situación privilegiada… los pocos que tenemos trabajo.
Pero estas constantes evaluaciones arbitrarias merman nuestra labor como científicas/os.
Dejamos de amar nuestro trabajo, ya no investigamos cabalmente, publicamos lo que sea, la
evaluación por pares y los métodos que “convalidan” nuestros resultados pasan a ser círculos
viciosos, nos volvemos individualistas y resentidos. Nos ofuscamos y ya ni el método científico
sabemos aplicar.
Volviendo al libro de la Hidra, el Sup Galeano pregunta: “¿El científico reflexiona sobre su misma
práctica? … ¿se investiga y avanza con el único motor de la curiosidad científica? ¿No hay
archivados proyectos de investigación científica porque no son prioritarios? ¿No se han
desechado investigaciones porque los presupuestos van a determinadas áreas? No lo sé, talvez
ellas, ellos, elloas puedan responder entonces si la improbable isla paradisiaca del quehacer
científico está a salvo de la tormenta.”
Mi opinión es que no estamos para nada a salvo de la tormenta. Como dije, esto se está poniendo
cada vez peor.
La respuesta a la pregunta ¿se investiga y avanza con el único motor de la curiosidad científica?
depende de si se analiza en la esfera de las autoridades y grupos que aspiran a llegar a serlo –que
son numerosos- o desde el punto de vista de algunas/algunos científicos conscientes, preocupados
y que amamos nuestro trabajo. En este último caso, la respuesta es afirmativa.
En cuanto a la pregunta ¿No se han desechado investigaciones porque los presupuestos van a
determinadas áreas? No lo sé, seguramente sucede, sin embargo, a pesar de los embates contra
mi área de investigación en la dependencia donde trabajo, no siento que sea un enfoque
sistemático desde la universidad: no he sabido que la instancia de la UNAM que aprueba el
presupuesto para proyectos cuestione los proyectos de investigación básica o que repruebe
ciertos temas teóricos. Me parece que más bien entran en juego pequeños poderes mezquinos,
intereses locales y de corta visión. A nivel CONACyT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología),
que depende directamente del gobierno, seguramente la relación entre tema de investigación y
subvención es más directa.
En resumen, algunas disfunciones de (algunos) académicos que yo he podido observar son:
- No sentimos la responsabilidad de nuestro quehacer
- Aceptamos el esquema de organización del trabajo que nos ofrecen/imponen porque no
queremos quedarnos sin nuestros privilegios: ingresos extra por méritos de todo tipo;
becas; viajes; reconocimientos. Y nos hemos convencido además de que son justos y nos
los merecemos - Hay un mal ejercicio de la evaluación por pares, tanto en las comisiones evaluadoras,
como en los procesos de arbitraje, ya sea por falta de tiempo, desidia, prejuicios o
mezquindad y revanchismo - Los científicos solemos pensar que podemos/sabemos opinar de todo, aun sin aplicar el
método científico al análisis de una compleja realidad socio-política-económica.
Dos problemas fuertes que tenemos, ya sea en el centro o en la periferia, son:
- no hay trabajo para los jóvenes, las jóvenas. Las pocas plazas que “se ponen a concurso”
corresponden en realidad, casi siempre, a personas pre-establecidas, es decir, a “los
elegidos” - Por otro lado, los que estamos contratados tenemos una carga excesiva de trabajo, y no
siempre académico: muchos informes y compromisos oficiales inútiles, mucha burocracia
Finalmente, un comentario acerca de los estudiantes.
Una cantidad importante de los estudiantes no llegan muy bien preparados y no estudian mucho.
Cuando les pregunto ¿y qué pasó, por qué no estudiaste?, una respuesta que recibo a menudo es:
“no tuve tiempo”. O sea: los estudiantes no tienen tiempo de estudiar.
Los viernes no van a clases, la Facultad está prácticamente vacía. Y esto hay que verlo en el
contexto de los jóvenes que quieren entrar a la UNAM en cada ciclo escolar: entran menos del
10%. Es decir, hay una larguísima fila para entrar y los que fueron admitidos prefieren descansar
los viernes.
Si por un lado me preocupa este ausentismo, esta falta de compromiso, quiero resaltar que mi
opinión es que todos los que quieren entrar a la universidad deberían poder hacerlo, no sólo los
electos. Un problema que tenemos es que nos la pasamos evaluándonos los unos a los otros. Por
otro lado, se requiere un análisis profundo y colectivo acerca de la razón de este desinterés.
PERSPECTIVAS
Gracias a este encuentro nos hemos encontrado, científicas/os que pensamos diferente, hemos
discutido; algunas/os nos la hemos pasado pensando (en crisis) noche tras noche. Algunas/os no
concluimos casi nada y no tenemos mucho que presentar, pero lo importante es que empezamos
a encontrarnos, a reflexionar colectivamente.
Intentaré ahora esbozar un camino para que nuestra labor como científicas/os se sume al esfuerzo
de otr@s much@s para construir la casa grande donde quepan muchos mundos. Este camino pasa
inevitablemente por lo que l@s zapatistas, nos han enseñado: la labor científica, como todo, debe
ser un proceso colectivo -entre científicos y de los científicos con la sociedad. Y creo que sí suele
serlo a nivel trabajo de investigación pero no en los niveles de planeación, toma de decisiones,
reconocimiento, responsabilidad y aplicación.
Las/los científicas/os debemos encontrar la manera de acercarnos a la gente, a los pueblos,
debemos abrir canales de comunicación para que las personas, las comunidades nos digan qué
problemas tienen y qué tipo de soluciones necesitan.
En las reuniones con mis compañeras/os teóricas/os llegamos a algunas conclusiones provisionales
acerca de qué podemos hacer como científicas/os para empezar a cambiar la situación:
a) Transmitir nuestros conocimientos científicos a la mayor cantidad de personas que
nos sea posible, pero teniendo muy claro el contenido y las formas: no queremos
difundir una ciencia dogmática o confusa y que reproduzca los esquemas del poder y
justifique el “orden” establecido. Estas son ideas vagas que necesitamos definir. ¿Qué
es útil comunicar y cómo comunicarlo? También en eso hay un aprendizaje
b) Transmitir el enfoque científico para abordar los problemas cotidianos, personales y
colectivos
c) Crear espacios de encuentro y discusión de las/os científicas/os con los movimientos,
las comunidades, los individuos, para intercambiar saberes y propiciar tomas de
decisiones conjuntas, Por cierto, quisiera dejarles mi correo: itzamna@unam.mx
d) Emplear nuestros conocimientos científicos para analizar y desmentir o corroborar
información que se difunde, desde arriba, acerca de eventos de interés para la
sociedad
e) Analizar nuestra situación en el sistema científico-laboral en el que nos movemos y las
implicaciones y consecuencias del quehacer científico de las instituciones a las que
pertenecemos
Es indispensable involucrar a los estudiantes en estas actividades. Además, el servicio social
debería volver a ser un trabajo con y para la sociedad pues, por lo menos en las áreas más
teóricas, siento que esto se ha desvirtuado.
Estamos viendo como nos están despojando de todo. En este contexto, a las/os científicos que
trabajamos para las instituciones públicas y nos negamos a servir ciegamente al sistema, se nos va
a acabar seguramente, en cualquier momento, nuestra situación privilegiada. Para enfatizar la
importancia de la ciencia y de las artes, sentencia el Sup Galeano: “¿La cultura? ¿El arte? ¿La
ciencia? Serán actividades clandestinas si son independientes”.
La vía en la que estoy pensando es seguir trabajando, por ahora, dentro del sistema, puesto que
muchas/os no estamos preparados todavía para prescindir de todo lo que éste nos aporta. La
propuesta es aprovechar el tiempo que nos queda, cobijados por las instituciones que nos proveen
de los medios para el desarrollo de la ciencia, para re-inventar formas comunales y autónomas de
desempeñar el quehacer científico, de hacer ciencia. Mientras que se nos proporcione los
recursos, el avance es más eficiente, aprovechemos entonces para crear y organizarnos.
Lo que les puedo decir es que algunas científicas, algunos científicos estamos dispuestas/os a
trabajar para que la ciencia efectivamente coopere en la construcción de un mundo más justo y
racional, aunque todavía no sepamos cómo. Y la convocatoria a este encuentro ha sido la
provocación perfecta. Me reanima que ayer el Sup Galeano nos dijo que las/los zapatistas están
viendo este evento como un primer encuentro, dejando abierta la posibilidad de que más adelante
podamos traer algo más elaborado, atinado y propositivo.
En resumen, frente a las preguntas:
1) ¿Ciencia para qué? Para resolver los problemas de la humanidad y estoy convencida que la
ciencia puede resolver una buena parte de ellos. Casi todo tiene ya una solución científica-
tecnológica y si surgen nuevos problemas, tenemos la capacidad de investigarlos
rápidamente. Pero hay que ejercerla consciente y éticamente… con conciencia.
2) ¿Qué puede hacer el método científico por la humanidad? Permitirnos enfrentar nuestros
problemas de manera progresiva, sistemática, crítica y organizada. Pero hay que ejercerlo
honestamente.
Quisiera acabar agradeciendo la hospitalidad del CIDECI-UNITIERRA y a todas las personas que,
con su empeño y trabajo, hicieron posible este encuentro.
GRACIAS
Gabriella Piccinelli Bocchi